Los jovenes no deben abandonar su estudio ni siquiera para la reconstrucción del Beit HaMikdash (Shuljan Aruj, Iore Dea, 245:13)
La tradición judía ve en la reconstrucción del Templo de Jerusalém el símbolo máximo de la era mesiánica, el sello definitivo de todas las profecías de Israel. Será un Templo, como los dos que lo precedieron, será diferente, será solo un Templo en los cielos, nadie lo sabe a ciencia cierta. El anhelo sin embargo late en los corazones de cada judío observante, el anhelo de la reconstrucción de un hogar donde todas las naciones puedan reunirse en paz para todas juntas alabar al Creador. Esa es la imagen que nos propone la tradición rabínica y hacia donde apuntan nuestros corazones y nuestras plegarias. Imaginen entonces la importancia radical de este momento histórico (o más allá de la historia, depende como uno lo mire). Todo el mundo debería detenerse para ir a reconstruir aquel Templo de oración para todas las naciones. Y así deben todos, todos excepto los jóvenes que están en la escuela. El Talmud nos enseña, y el Shuljan Aruj lo sentencia, que ni siquiera para la tarea sagrada de reconstruir la casa de Dios los niños deben abandonar sus estudios. La tradición de Israel hizo del estudio el mandamiento más elevado y es por eso que ni siquiera la construcción del Santuario de Dios puede desplazar a este sagrado mandamiento.
Fuente: https://he.wikisource.org/wiki/שולחן_ערוך_יורה_דעה_רמה