Si en alguna ciudad hay un maestro que le enseña a los niños mas luego llega otro mejor que aquel se debe echar al primero y contratar al segundo. (Shuljan Aruj, Iore Dea, 245:18)

El principio general talmúdico (como se desprende mayormente del tratado de Baba Batra) es que si alguien tiene un oficio en una zona particular, puede impedirle a otro con su mismo oficio asentarse allí. Un ejemplo simple: si alguien tiene un kiosko en cierta cuadra, alrededor de él por un cierto perímetro (el mismo es discutido en la literatura halájica) ningun otro kiosko puede abrirse. El primero que llega tiene prioridad. Y se le prohibe al segundo asentarse porque de hacerlo le estaría robando clientela, le estaría privando del ingreso económico a un individuo. Lo mismo ocurre en términos generales con los profesionales. Si hay un arquitecto, por ejemplo, y luego a la ciudad viene un arquitecto mejor, aún así el primero que estaba tiene prioridad y no se lo puede echar.

Con la enseñanza es diferente. Es el único caso en el cual aquel principio rector pierde su valor. La enseñanza es tan importante y tan sagrada para la tradición judía que los rabinos decidieron dejar a un lado los sentimientos y la manutención personal de una persona (de aquel primer maestro) por el bien común, es decir, por la mejora de la calidad educativa de los jóvenes de aquel barrio o ciudad. ¿Cuál es su opinión al respecto? ¿Es correcto sacrificar el sustento ecónomico de un individuo con el fin de mejorar la calidad educativa de todo un alumnado?

Fuente: https://he.wikisource.org/wiki/שולחן_ערוך_יורה_דעה_רמה