Por Ariel Stofenmacher, rector y presidente ejecutivo del Seminario Rabínico Latinoamericano “Marshall T. Meyer”
El Seminario Rabínico Latinoamericano es el principal centro de educación judía de la región. Cada día, rabinos y profesores universitarios, comparten allí la transmisión de las enseñanzas milenarias del judaísmo. En este centro se forman los futuros líderes espirituales y laicos de las comunidades judías latinoamericanas.
Además, desde aquí se generan publicaciones, materiales educativos y recursos tecnológicos para que se pueda mantener una vida judía vibrante en la región.
El Seminario cuenta con cuatro escuelas que capacitan profesionales para el liderazgo espiritual y educativo. La Escuela Rabínica, la de cantores litúrgicos, la de estudios judaicos y la de Liderazgo. A su vez, posee diez departamentos. El Centro Rudy Pincus ZL’ para la excelencia en la educación judía que lleva adelante el Programa Tali, desarrollado junto al Fondo Educativo Tali de Israel, por el cual se ofrecen recursos pedagógicos interactivos online en la plataforma talidigital.org.
El segundo departamento es el de Jaguim que gestiona el mayor sitio judío online del mundo hispano-luso parlante, jaguim.org.
Hay un departamento de la Mujer, la Familia y de Acompañamiento espiritual.
Asimismo, hay un centro de investigaciones (CERES), otro de publicaciones y biblioteca, otro de Klei Kodesh, el tribunal rabínico Beit Din, el departamento de Introducción al Judaísmo, el centro de estudio de las Religiones y el Centro Tikún Olam.
A través de sus diversas escuelas, programas y proyectos, el Seminario enseña y capacita con un alto nivel de excelencia académica a más de 500 personas de alrededor del mundo, que anualmente participan de ellos.
A través de un abordaje interdisciplinario de las fuentes judías, el Seminario transmite valores judíos tradicionales, pluralistas y liberales, fomenta la cooperación de las diversas instituciones judías a nivel local e internacional, y promueve el igualitarismo en el liderazgo religioso, la inclusión en la identidad de género, los derechos humanos y el diálogo con todas las religiones del mundo.
Con un vector de fuerte crecimiento en los últimos años, el Seminario se proyecta para el año 2030 como el Hub de vanguardia en la educación judía, el desarrollo de liderazgo y la promoción de la vida espiritual judía en Iberoamérica. Con esa visión, continúa permanentemente generando nuevos espacios y entornos de pensamiento crítico y de compromiso con los valores históricos y actuales del pueblo judío, en aras de la construcción de un judaísmo que pueda hacer frente y contribuir vibrante, creativa y significativamente a los cambiantes desafíos que el mundo presenta actualmente a la humanidad.
Pero, ¿porqué existe una institución como ésta en esta parte del mundo?
En 1958 uno de los mayores pensadores del Siglo XX, Abraham J. Heschel, le encargó a su joven discípulo Marshall que viajara a la Argentina donde reside la principal comunidad judía fuera de Israel y de Estados Unidos “para hacer historia”. Recién recibido como rabino, su alumno se enfrentaba al dilema de sus primeros pasos en su vida laboral.
En agosto de 1959, el joven rabino estadounidense llamado Marshall T. Meyer, recién ordenado en Nueva York en el centro del movimiento conservador, el Jewish Theological Seminary of America, llegó con su esposa Naomi en barco a Buenos Aires.
Juntos harían historia, no sólo en la comunidad judía argentina, sino también en todas las comunidades judías del continente latinoamericano.
El impacto de Heschel se hizo sentir en los Estados Unidos cuando marchó junto con Martin Luther King en la tercera marcha de Selma, Alabama. “Cuando marchaba en Selma, sentí que estaba rezando con mis piernas”, sentenció el rabino comprometido con los derechos civiles de los afroamericanos en los Estados Unidos, en la década del ´60.
Siguiendo en los pasos de su maestro, el Rabino Meyer, quien residió en Argentina por 25 años, transcendió más allá de los límites de la comunidad judía por su incólume y férreo compromiso con los derechos humanos durante la dictadura militar en Argentina, entre 1976 y 1983. Marchó con las madres de desaparecidos y protestó denunció públicamente los crímenes de las autoridades de facto. “¿Cómo podía cerrar los ojos ante esa realidad?” se preguntaba Marshall. “Después de la Shoá, como ser humano, como judío y como rabino, no tengo derecho a permanecer callado”. Marshall, como le gustaba ser llamado, fue el único extranjero nombrado por el presidente electo democráticamente, Raúl Alfonsín, para integrar la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas que fuera creada en diciembre de 1983 con el objetivo de investigar la desaparición forzada de personas producidas durante la dictadura militar en Argentina.
Meyer comprendió la imperiosa sed que existía en América Latina por un judaísmo a la vez auténticamente enraizado en las fuentes de la tradición judía y a su vez comprometido con las realidades contemporáneas de las sociedades en las cuales las comunidades judías se desarrollaban. En aras de formar un liderazgo espiritual que pudiera cultivar esa forma de vivir un judaísmo con valores judíos, fundó en abril de 1962, el Seminario Rabínico Latinoamericano, que hoy es el principal centro educativo judío de Iberoamérica.