La parashá comienza con dos imágenes en paralelo entre tío y sobrino. Por un lado Abraham sentado bajo un árbol al “calor del día”  en el desierto del Neguev. Por el otro está Lot, sentado a la puerta de la ciudad de Sodoma. Ambos estaban donde habían elegido estar.

Imagino a Abraham pensativo, mirando hacia el suelo y cuando “levantó la vista” se encontró con tres personajes  parados delante de él y ante quienes  “hizo reverencia” y ofreció de su hospitalidad.

Uno de los  visitantes le anunció su maternidad para el siguiente año, lo cual causó una incómoda risa en Sara. Tal vez no era para menos, ya que la promesa parecía una burla a su ancianidad y su infertilidad.

Sorprendidos los visitantes ante la risa incrédula de Sar, le lanzaron una pregunta Abraham que ha dejado huellas a través de los siglos ¿Hay algo demasiado difícil para Adon-i?

No se tocó más el tema. Los tres viajeros se levantaron y mirando para Sodoma y Gomorra, le indicaron a Abraham que ese era su destino y que su misión consistía en destruir la ciudad cuya corrupción, inseguridad y abusos eran proverbiales. Mientras dos de los mensajeros se despedían, Abraham se quedó pensando que en una de esas ciudades vivía su sobrino Lot y su familia. Entonces Abraham lanzó una de las grandes preguntas de la Torá: Señor, ¿Acaso destruirás al justo junto con el impío? .

Abraham, sin esperar respuesta alguna, y sabiendo que no contaba con demasiado tiempo, se acercó a D´s y comenzó a “negociar” con El. Su intención fue tratar de reducir al mínimo la posibilidad que la ciudad fuese destruida y para ello encontró muy buenas razones: los justos  que allí vivían (entre los que seguramente esperaba encontrar a su sobrino y su familia).  Finalmente obtuvo la promesa de D´s que si en esas ciudades había diez justos, entonces no habría destrucción; con lo cual Abraham se fue a su tienda y el último mensajero siguió su camino.

En la escena siguiente aparece Lot sentado a la puerta de la ciudad ya que ese día había sido nombrado juez sobre sus habitantes.   Por la tarde ve Lot a un par de visitantes ante los cuales se inclina y los invita a su casa. Luego de cenar , la gente de la ciudad ya había rodeado la casa de Lot pues querían abusar de sus visitantes. Fue entonces que los mensajeros le informaron a Lot que debía irse con su mujer y sus hijas pues la destrucción de la ciudad era un hecho. Al huir, no debían mirar hacia atrás. Así lo hicieron y huyeron a la ciudad de nombre Zoar mientras el fuego consumía la ciudad. En el camino, la esposa de Lot, quien tenía demasiados lazos con la ciudad, miró hacia atrás y quedó inmovilizada, convertida en una estatua de sal. Cuánto nos paraliza el pasado!! Lo vivido, lo sufrido, lo que nos ha causado dolor, o los falsos  valores  en los cuales muchas veces hemos depositado nuestra confianza.

De los momentos de sufrimiento y de incredulidad, la parashá pasa a los momentos de felicidad y festejos. Pasó el año y nació una sonrisa distinta para Sara: Itzjak. Luego vino el brit miláh y el destete de Itzjak. Todo era alegría, pero lo bueno dura poco. Abraham recibió la indicación de parte de Sara de echar definitivamente a  Hagar e Ishmael por los odios que generaban. Así es que, con una cantimplora y un poco de pan, despidió Abraham a ambos  para siempre.

Voy a referirme ahora a la última escena: Muy de mañana probó D´s a Abraham y le dijo nuevamente “lej lejá” (Bereshit 22:2), como cuando le pidió que saliese de Ur de los caldeos. Pero esta vez era para subir al monte Moriá a ofrecer a su hijo Itzjak. Probablemente podamos entender mejor el sentido de la Akeidá (atadura) de Itzjak si entendemos que anteriormente Abraham no opuso ninguna resistencia a desentenderse de su hijo Ishmael. Del relato de Akeidat Itzjak emerge una frase que ha roto las barreras del tiempo y se ha instalado en la vida de quienes pasan por momentos de dificultad: D´s proveerá.

Cuando a nuestro patriarca se le dijo “lej lejá” por primera vez no había un destino, solo la fe. Ahora volvió a decírsele “lej lejá” pero había un destino: la tierra de Moriá donde subió a la cumbre de su vida, Itzjak fue salvado y el futuro templo sería construido.

Que el protector de Abraham nos permita entrar en un shabat Shalom.

Mariano del Prado

1. Según Rabi Jama bar Janina, la expresión “al calor del día” alude al  tercer día de la circuncisión de Abram, que según Bereshit 34:25 es el día más doloroso. Por esa razón,  D´s fue a visitarlo para ver cómo seguía de salud.  (Baba Metzía 86 b).
2. El Talmud atribuye nombres y funciones distintas a estos tres personajes. Uno se llamaba Gabriel y su función era destruir la ciudad de Sodoma. El segundo se llamaba Mijaél y su función era darle la noticia a Sara y el tercero era Refaél, cuya misión era curar a Abram. (Ibid, 86 b)
3. La versión aramea de Onkelos entiende la palabra ´af´, no como signo de pregunta sino como cólera. Por tal motivo traduce: Es la cólera, el enojo la que te ha aconsejado destruir al justo junto con  el malvado?
4. Así lo menciona Rashi en su comentario. Hay que recordar que el tribunal funcionaba en la “puerta de la ciudad”. Esta expresión alude  a una entrada con varias salas en las cuales se llevaba adelante los juicios a los integrantes de la ciudad.
5. El texto de la Torá dice que Lot les hizo unas Matzot, a raíz de lo cual algunos comentaristas mencionan que la época en que esto ocurrió durante los días en que en el futuro caería Pésaj. 

 

 

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