Parashat Vaietzé: Sobre subir y bajar escaleras
“Hay una dama que está segura de que todo lo que brilla es oro, y ella compra una escalera al cielo.
Cuándo ella llega a allí, sabe que las tiendas se cierran.” Led Zeppelin, “Escalera al cielo”
“Las escaleras se suben de frente, pues hacia atrás o de costado resultan particularmente incómodas” .Julio Cortázar, “Instrucciones para subir una escalera”
Sólo, perseguido por su hermano, angustiado, habiendo abandonado su familia y su casa natal; Yaacov duerme y sueña el primer sueño del Tanaj. Habrá otros, pero este es el primero. Es el sueño de la escalera. Una escalera al cielo por la que suben y bajan enviados de D’s ¿ángeles? Y La Voz Divina que le garantiza bendición, protección y heredad.
Desde el punto de vista de la semiología, la escalera representa el ascenso ya sea moral, intelectual o económico. Ascender en cualquiera de estos planos suele ser laborioso, persistente, tal vez cansador (a diferencia del descenso, que suele estar representado más por una caída abrupta: “cayó en el vicio”, “cayó en bancarrota”, etc.). Ahora bien, el ascenso de Yaacov no fue trabajoso. Muy fácil le resultó aprovecharse de la compulsión glotona de su hermano, más fácil aún engañar (con la complicidad materna) a un padre ciego que no puede ¿no quiere? Diferenciar un hijo del otro.
Es a partir de este sueño, en el cual es bendecido (ya no por su padre, con una bendición robada a sabiendas) sino por D’s; que empezará lenta y trabajosamente a caer. A caer (en un sentido psicoanalítico, podríamos decir) como sujeto.
El sujeto es elección, es proyecto. Las elecciones y los proyectos se complicarán para Yaacov. A cambio de su trabajo le será dada una mujer por la cual no pactó, deberá emplearse además por la que verdaderamente ama (en un juego de espejos en donde no se puede ver, será engañado como engañó a su padre); las dos hermanas se lo pasarán la una a la otra cual semental, será explotado por su suegro.
¡Pobre Yaacov que creyó que con la primogenitura y la bendición paterna había comprado una escalera al cielo! Las tiendas se han cerrado para él. Deberá pues, para reconstruirse como sujeto, huir. Abandonar lo más parecido a un hogar que tuvo desde que se fugó de la casa natal. Y enfrentar a su hermano. Y anhelar el abrazo reconciliador, y ahí tal vez… cara a cara, aferrarse a la escalera de la vida. Y ser por fin, libre.
Si algo no nos ahorra el Tanaj, es lo “demasiado humano” de sus personajes, (¡Incluso nuestros Patriarcas y Matriarcas!), pecan, se equivocan, mienten. En suma, desean. Sin embargo, también se arrepienten, lloran, temen, vuelven sobre sus pasos, se enfrentan a su historia y a su vida.
Vida que (al igual que las escaleras que se suben de frente), se asumen con la verdad, ya que de otra forma resultan (como tuvo que aprender nuestro Patriarca Yaacov) particularmente incómodas.
Lic. Laura Kitzis
Profesora
Seminario Rabínico Latinoamericano
LA PARASHÁ EN VIDEO:
Un proyecto conjunto entre el Seminario, Masorti Olami y la Asamblea Rabínica:
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