Parashat Jaiei Sará
¿Qué hace la mayoría de la gente cuando ha llegado a vivir más de la mitad de su vida? ¿Cuándo no sabe cuánto tiempo le queda? ¿Cuándo ya está entrado en días?
Jaiei Sará en el capítulo 24 relata: “Y Abraham era anciano, entrado en días, y Dios le había bendecido en todo.” Con el mismo estilo comienza el texto de la haftará:”Y el rey David era viejo y entrado en días, y le cubrían de ropas, mas no lograban darle calor.”
Ambos textos utilizan la misma expresión: “ba baiamim”, entrado en días. Sin embargo la diferencia entre David y su casa y Abraham y su casa es notable. Para Abraham sus últimos días, a pesar de la muerte de Sará y del largo recorrido de su vida, fueron una invitación y una nueva oportunidad. Para David el final, el ocaso del Rey y su poder.
Uno y otro, Abraham nuestro patriarca y David nuestro rey, fueron fundadores y constructores para nuestro pueblo. Abraham fundó la nación y David el reinado de Israel. Ambos tuvieron que deambular por la tierra de Israel y habitar distintos lugares en ella, hasta asentarse en un territorio fijo.
El reinado de David brilló varios años después de que Abraham dé el primer paso, para la fundación del hogar nacional. Y cabe suponer que para David debería haber sido más fácil, con un camino ya hecho previamente. Pero el texto del libro de Reyes nos dice todo lo contrario.
Abraham que había pasado momentos difíciles en su casa, logró gobernar su familia, al menos al final de sus días cuando se convirtió en anciano. La Torá relata que él mismo se ocupó de Itzjak y su continuidad: “Y Abraham le dio a Itzjak todo lo que poseía. Y a los hijos de sus concubinas Abraham les dio regalos…” En la casa de David acontecieron miserias y traiciones, su hijo Adoniá se nombró a si mismo rey aún cuando todavía vivía su padre David. El dolor por lo ocurrido con sus hijos, Tamar, Amnon y Abshalom.
Una tradición sostiene que Abraham pudo en algún momento recomponer su vínculo con Ishmael, su primogénito, a quien había echado de su casa y por ello falleció en plenitud. La prueba de esto es que Ishmael participó en el funeral de su padre junto a su hermano Itzjak. “Y expiró Abraham muriendo en buena vejez, saciado de años, y fue reunido con su pueblo. Y lo sepultaron sus hijos Itzjak e Ismael en la cueva de majpelá…” De David no sabemos si además de Shlomó algún otro hijo participó en su entierro.
Las diferencias y las coincidencias entre el texto de la parashá y el de la haftará son muchas y descubrirlas torna su estudio estimulante y apasionante.
Hoy nos invita a pensar, reflexionar y preguntar: ¿Cómo actuamos nosotros con nuestros hijos? ¿Y qué hacemos cuando pasa el tiempo y nos damos cuenta que las cosas se nos fueron de las manos? ¿Somos capaces de recomponer vínculos? ¿Pensamos más allá de nosotros, en el futuro de nuestro entorno y de todo aquello que lideramos?
Tal vez puedan los textos milenarios de nuestra tradición guiarnos y hacernos entender que una vida entrada en días, plena y digna de ser vivida, demanda de nosotros actuar con responsabilidad, revisar nuestras acciones e intervenir para mejorar el futuro, ya que siempre es necesario.
¡Shabat Shalom uMevoraj!
Rabina Judy Nowominski
Profesora en Instituto de Formación Docente “Abarbanel” y Coordinadora de Tutorías
Seminario Rabínico Latinoamericano