PARASHAT VAIAKEL
“Congregó Moshé a toda la Asamblea de los hijos de Israel (…) Seis días se habrá de hacer trabajo, más el día séptimo será para vosotros consagrado, Shabat, día de descanso ante Adonai. (…)No encenderás  fuego dondequiera que habitareis, en el día de Shabat.” (Shemot/Exodo 35:1-3)

Estamos concluyendo una vez más Sefer Shemot y nuestra parasha nos propone un tiempo de reunión: Vaiakhel. Esta palabra en hebreo comparte la misma raíz con kahal -público, congregación- y kehila – comunidad. Moshé recibe la orden divina de comenzar con la construcción del Mishkán, el Tabernáculo móvil, para lo cual congrega a todo el Pueblo de Israel. Pero no comienza a instruirlos sobre el tema, sino que antes les recuerda la importancia de la observancia del Shabat.

¿Por qué es relevante mencionar aquí el Shabat? y ¿Por qué de todos los trabajos que no han de realizarse en él se especifica solamente la prohibición de encender fuego en nuestros hogares?
El Mishkán está relacionado con la esencia del Shabat. Basados en los trabajos realizados en la construcción del Tabernáculo, nuestros sabios establecieron 39 categorías de trabajos prohibidos en el séptimo día, siendo sólo una de ellas la prohibición de encender fuego. El exegeta bíblico Rashi, empieza a contestar las preguntas planteadas, nos enseña que la mención en este momento del Shabat cumplía la función de advertir al pueblo que el Santuario no supera en importancia, ni anula al Shabat y sus leyes. Por lo tanto, dicha construcción deberá interrumpirse en este día sagrado.

¿Por qué el fuego?
El fuego simboliza al mismo tiempo creación y elevación espiritual, como así también destrucción y violencia. En su faz positiva, sirve para alumbrar, calentar, transformar lo crudo en cocido y es esencial para la elaboración de los metales. Sin fuego la humanidad no habría podido evolucionar. Pero este mismo elemento también puede ser usado para destruir y arrasar con la vida humana.
Podemos inferir entonces que el fuego debido a su versatilidad, representa el paradigma de la transformación de la materia. Y por el contrario, la esencia del Shabat es justamente el descanso, la abstención de toda obra. Nos enseña Rabi Najman de Breslov, que cuando llega el séptimo día, miramos al mundo no como éste es, sino como tiene el potencial de ser, de hecho como será un día. Así, nuestros sabios llamaron al séptimo día “un anticipo del Olam Haba”, del mundo por venir. El objetivo de este día sagrado no es descansar para poder emprender renovado el trabajo de nuestra semana sino por el contrario llevar de la santidad del Shabat hacia los demás días.
El sabio español, Rabi Itzjak Ben Moshe Arama, nos explica este versículo en función de uno de los usos negativos que podemos hacer del fuego. La advertencia de no encender fuego en Shabat, en el contexto de nuestra parasha, significaría no encender el fuego de la discordia y la pelea, lo cual conlleva el riesgo de la aniquilación.
Entonces, Shabat y Mishkán se relacionan en función del shalom, en tanto opuesto al fuego. Hoy en día, que no tenemos más el Beit HaMikdash, nuestros hogares y nuestras comunidades son nuestros Santuarios, y es allí donde se necesita más que nunca shalom bait- la paz y armonía del hogar.

Parafraseando a Heschel, no es suficiente con consagrar lo espacial, lo material, representado por el Santuario. Ante todo se nos pide santificar lo temporal, celebrar el séptimo día. Somos un pueblo que transforma lo material para trascenderlo, para ocuparse de construir “palacios en el tiempo” como el Shabat y las festividades.
Vaiakhel nos enseña que la única manera de construir un Santuario, un espacio donde la Shejina – la Presencia divina- pueda residir, es priorizando lo temporal por sobre lo espacial, lo espiritual por sobre lo material, y la unión, la paz y el encuentro por sobre la destrucción y la violencia. No dependemos del lugar en el que residimos, de su esplendor o grandeza, sino del tiempo que habitamos y de cómo elegimos hacer uso del mismo.

Quiera Dios que podamos utilizar el fuego divino que reside en cada uno de nosotros para alumbrar, crear, y elevarnos espiritualmente en vez de convertirlo en una fuente de discordia, violencia y destrucción.
“Ose shalom bimromav, hu iaase shalom aleinu…” Quien establece la armonía en los cielos, nos conceda la paz a nosotros, a todo Israel y a toda la humanidad. Que sepamos construir un mundo de paz para poder unir así el cielo y la tierra.

¡Shabat Shalom!
Raba Marcela Guralnik
Coordinadora del Centro para la Mujer “Java” del Seminario.

LA PARASHÁ EN VIDEO:
Un proyecto conjunto entre el Seminario, Masorti Olami y la Asamblea Rabínica.
Los invitamos a compartir la parashá de la semana:
Parashat Vaiakel por el Rab Yoni Szewkis de la Comunidad Israelita Viña del Mar Valparaiso, Chile.