¿Cómo contar una historia que ya todos conocen? ¿Por qué contarla si todos saben el final? La Parashá de esta semana, Shelaj, comienza con un episodio bastante conocido de la Torá. El envío por parte de Dios (y Moshé) de los meraglim, esos 12 hombres que tenían la función de visitar, viendo (וּרְאִיתֶם / uritem) la Tierra de Israel y evaluarla.
En el libro de Shemot (Éxodo 16:7), en Parashat Beshalaj, al relatar la salida de los Hijos de Israel hacia el desierto, la palabra (וּרְאִיתֶם / uritem) es usada para demostrar por Moshé y Aharon que el Pueblo sabrá por la tarde que fue Dios quien los sacó de la tierra de Egipto y por la mañana verá la gloria del Eterno. Esto sucede luego, como es común, de una serie de quejas por parte del Pueblo.
A pesar de un poco obvio, coloco mi asombro en esta doble conexión. Beshalaj (Éxodo) y Shelaj (Números), parshiot que llevan nombres similares repiten episodios de quejas y esta palabra, no tan común dentro de la Torá, pero que aparece también en un párrafo muy conocido, leído dos veces por día todos los días del año. El tercer párrafo del Shemá (Números 15: 37-41), que plantea tener presentes las mitzvot, surge de esta misma Parashá. ¿Casualidad?
¿O será que esta historia ya conocida por algunos y repetida año tras año contiene tantas cosas que el final en sí no importa y sí el proceso?
Puede ser, que las diversas maneras de ver dependan de nuestra intención para generar resultados diferentes. Que nuestra postura ante cada situación sea la diferencia entre una visión negativa o ver la Gloria del Eterno.
Que podamos sacar lo mejor de cada acción que realicemos.
Shabat shalom!
Leandro Tomchinsky Galanternik
Estudiante rabínico del Seminario en São Paulo