El último versículo de parashat Nasó nos brinda una descripción más insinuante que detallada, acerca de lo que sucedía cuando Moshé entraba en el Ohel Moed (la tienda de reunión  o del encuentro): «Cuando Moshé entraba a la tienda del encuentro para hablar con él, oía la voz que le hablaba a él por sobre la cubierta del arca del Testimonio, de entre los dos querubines, y así le hablaba a él» (Números 7:89). El versículo, que pasa casi desapercibido al final de la ofrendas concedidas por los jefes de tribus para la inauguración del Tabernáculo, tiene una importancia fundamental para entender la naturaleza de la revelación a Moshe y lo ocurrido después del monte Sinaí. Siguiendo al Ramban (1194-1270), se podría decir que el Tabernáculo es un lugar de continuidad de la revelación en Sinaí, solo que ahora los únicos facultados para maniobrar en la escenografía de la comunicación con lo divino, son los Leviim, ya que ellos no participaron del pecado del becerro de oro.

Por otro lado, se podría ver, a pesar de que a primera vista parezca lo contrario, que el evento  de Sinaí se produjo de manera de revelación activa desde lo divino y pasivamente receptiva desde el punto de vista humano. Nuestro versículo podría querer mostrar otra versión de la revelación, luego de la del Sinaí.

En una de la obras académicas destinadas a mi gusto, a transformarse en la obra teológica más sofisticada de la historia del movimiento Masortí: Revelation & Authority: Sinai in Jewish Scripture and Tradition, del profesor de Biblia del Jewish Theological Seminary, Benjamin D. Sommer, se analiza el versículo citado con meticulosidad. En primera instancia (y ya Rashi había dado cuenta de ello), la puntuación de la palabra «hablaba», cuando dice: «oía la voz que hablaba a él», tiene una rara peculiaridad. No dice «medaber elav», sino «midaber elav», es decir el verbo está escrito en forma pasiva. La hipótesis de Sommer (pág. 59-60) sobre este manera de expresión de la Torá es que el versículo no nos describe de un contenido revelado puntual, sino de la forma general que Moshé se comunicaba con D’s. El verbo pasivo no describe que uno le habló al otro, sino que denota una acción continua de conversación. Esto transforma al «Ohel Moed», la tienda del encuentro, en un real lugar de encuentro entre lo divino y lo humano. La continuación de la revelación en el monte Sinaí, un evento donde Moshé fue sólo un transmisor, de ahora en más pasa a ser un diálogo en el cual las dos partes acuerdan aportar lo suyo en aras del éxito educativo del mensaje.         

 

¡Shabat shalom!

Rabino Ari Bursztein