Parashat Jukat: “La piedra”
El pueblo de Israel se encontraba en el desierto, ya pronto a ingresar a la tierra prometida y sus quejas no paraban: “Queremos comida, queremos carne, ¿Para qué nos sacaste de Egipto…?”. Una y otra vez el pueblo ponía sobre los hombros de Moshé las faltas que supuestamente sentían. Entonces llegó uno de los momentos más dramáticos de las quejas: La sed. El pueblo le reclama a Moshé que quiere beber agua. En aquel momento, Dios le dice a Moshé que le hable a una piedra y que de allí saldría agua. Pero Moshé, cansado de tanto reclamo, en lugar de hablarle a la piedra, desobedeció, tomó su vara y le pegó. Esta actitud de Moshé fue vista por Dios como un grave error, que llevó a que lo castigara con la imposibilidad de entrar a la Tierra de Israel.
¿Pero por qué es que Moshé golpea la piedra, en primera instancia? Y por otro lado, ¿Por qué es tan severo Dios al darle ese castigo? Después de todo, Moshé había sido un gran líder, había renunciado a los lujos del palacio y guiado al pueblo a lo largo del desierto, dedicando su vida al proyecto que Dios le había encomendado.
Una de las lecturas más profundas sobre esto, explica que Moshé le pega a la piedra porque había perdido la paciencia para con el pueblo y no encontró mejor manera que desquitar su furia que contra la piedra. La furia es un estado emocional que afecta a los seres humanos y que se caracteriza por la manifestación de una enorme ira y enojo. Cuando esta se descontrola, sus efectos son inmensurables. Moshé, en lugar de hablarle a la piedra, le pegó. En lugar de utilizar su boca, sus palabras, su poder espiritual, se dejó llevar por su enojo, por su temperamento, por sus propias broncas y fracasos, y los descargó contra la piedra que nada tenía que ver. “Háblale a la piedra”, le dijo Dios… Moshé le pegó.
Este tipo de actitudes son las que se ven diariamente en diferentes personas y diversas situaciones:
Aquel que no logra sostener sus argumentos y en lugar de eso golpea y lastima, le está pegando a la piedra.
Quien ante sus propias frustraciones, lanza palabras hirientes, le está pegando a la piedra.
El niño que hace bullying, molestando a otro compañero por carencias propias, le está pegando a la piedra.
El varón o la mujer que en medio de una pelea se lastiman (física o verbalmente), le están pegando a la piedra.
El padre o la madre que llegan a sus casas y castigan a sus hijos por el mal día laboral que tuvieron, le están pegando a la piedra.
El jefe que maltrata a su empleado o empleada, abusando de su poder, minimizando la persona que tiene enfrente, le está pegando a la piedra.
El golpe a la piedra puede verse como un acto simbólico. Dejarse llevar por la ira, descargar las propias frustraciones sobre otros sin medir las consecuencias del daño que generan. En esas ocasiones, uno no tiene dimensión de lo que a la otra persona le puede provocar y del daño que puede generar. Porque el error es creer que el otro “es una piedra” y no darse cuenta que, en realidad, dentro de él, lleva agua.
Golpea, lastima y se lastima a sí mismo al golpearse con la piedra.
El castigo de Dios no fue por pegarle a la piedra física, sino por el acto simbólico de no saber controlar la ira. De algún modo, Dios le estaba diciendo a Moshé: “Toda persona debe aprender a controlar sus enojos, porque el daño que puede provocar con sus actos y sus palabras, pueden ser irreversibles”.
“Iesh anashim im lev shel even, iesh avanim im lev Adam”… hay personas con corazón de piedra, hay piedras con corazón humano (De la canción “HaKotel” de la cantante israelí Ofra Haza).
Vivamos nuestra vida de una manera constructiva, en la cual nuestra “agua interna” fluya para hacer el bien y podamos sacar las durezas que nos apartan del otro y de nosotros mismos.
¡Shabat Shalom!
Jazanit Natalia Arazi
Directora del Instituto de Formación de Jazanim ‘Bet Asaf’
Seminario Rabínico Latinoamericano
LA PARASHÁ EN VIDEO:
Un proyecto conjunto entre el Seminario, Masorti Olami y la Asamblea Rabínica.
Los invitamos a compartir la parashá de la semana:
Parashat Jukat por el Rabino Adrián Fada, Comunidad NCI – Emanuel, Escuela Arlene Fern – Buenos Aires – Argentina