BERESHIT
¿Qué clase de hombre fue creado?
Parashat Bereshit nos ofrece en diferentes pasajes dos relatos de la creación del hombre. En la narración se presentan dos concepciones, dos padres del género humano, dos prototipos de representantes de la humanidad.
En su ensayo ¨La Soledad del Hombre de Fe¨, el Rab I. D. Soloveitchik los llama ¨Adam Alef¨ y ¨Adam Bet¨.
¿Cuáles son las características de cada uno según se infieren del texto?
Adam Alef fue creado ¨betzelem Elohim¨, es decir a imagen y semejanza de Dios.
En cambio Adam Bet fue creado con “nishmat Jaim“, es decir, le fue dado espíritu de vida
Adam Alef tiene capacidad de convertirse en co-creador. De allí que la mente humana investiga por medio de los aspectos más funcionales y prácticos de su intelecto cómo podría obtener el control sobre la naturaleza. Es el hombre que se pregunta cómo funciona el cosmos, una pregunta técnica formulada a partir de un interés práctico: transformar, innovar, progresar.
¿Cómo reproducir el complejo funcionamiento del cosmos mediante el pensamiento creativo?
Adam Alef recibió por bendición divina el poder de dominar y de enseñorearse sobre la creación, la habilitación para conquistar y reinar.
Su postura frente al mundo que lo rodea es de majestuosidad, y es la representación viva del genio tecnológico, uno de cuyos mayores exponentes es el hombre conquistando la luna.
Se trata de un Adam exitoso en su afán de poder y control.
Es creado con Javá , la mujer, ya desde el inicio. Y ese otro ser, es el socio que le posibilita triunfar en su empresa, es un socio funcional en sus proyectos, que siempre están constituidos como operaciones visibles, referidas a formas, a diseños, a la materialidad, al aspecto externo de los productos.
¿Y qué sabemos acerca del Adam Bet?
Que fue creado a partir del barro. Su misión, aquella con la que fue bendecido, es la de “trabajar y cuidar el huerto”. Adam Bet fue creado del polvo de la tierra, solo, sin compañera. Más adelante se narra la creación de la mujer como complemento, como copartícipe existencial. Adam Bet se pregunta por el cosmos, pero no sobre el cómo, sino sobre el por qué y el para qué, con qué propósito se creó. Su experiencia existencial se entreteje con su capacidad de advertir la trascendencia en la Creación y sus misterios.
Así como Adam Alef busca la dignidad en una operación visible, Adam Bet busca la redención a través de una operación que se da en lo íntimo: sentir que vale la pena la existencia desde sus valores, desde su facultad no de controlar el entorno, sino de controlarse a sí mismo.
Si Adam Alef debía avanzar, Adam Bet debe retornar, en vez de dominar, debe dar, servir, cuidar. Su origen del polvo es un origen humilde, y no le permite olvidar que es un puñado de tierra, que está solo con sus incertidumbres y su soledad. La asociación que busca con el otro es aquella que da la comunidad existencial basada en el compromiso.
Se trata de una alianza màs que de un contrato socio económico con fines utilitarios, se trata de un pacto de amor al otro.
Adam Alef y Adam Bet en la lectura del Rab Soloveitchik, representan dos ideales: el ideal tecnológico- el modelo que la modernidad profundizó-, y el ideal humanista.
Podemos ver a ambos encarnados, representados en cada uno de los seres humanos, en cada institución, en cada sociedad.
Cada proyecto en el que participamos puede orientarse a uno u otro eje.
Desde la tarea educativa nos interpela la necesidad de un balance entre los dos modelos. ¿Qué clase de persona estamos educando?.
En este nuevo aniversario de Briat Haolam, proponemos la reflexión y el posicionamiento, recuperando la dimensión del espìritu frente al efímero reinado de la imagen, y ofreciendo el cuidado como la alternativa al dominio.
Lic. Aliza Eskenazi
Coordinadora General y de Argentina de TALI AMLAT