PARASHAT BALAK
La parashá de esta semana Balak nos presenta una historia que, si no fuese que la leemos en la Torá, podríamos decir que pertenece a la literatura de ficción o a los cuentos de magia.
Nos relata que Balak, rey de Moab, aterrorizado por el rápido avance del pueblo de Israel, convoca a un mago, Bilam ben Beor, para que los maldiga y así no consigan ocupar sus tierras.
Bilam tuvo un conflicto de identidad, un hechicero diferente, porque de hecho consulta al mismo Dios de Israel si puede cumplir con esta solicitud. Finalmente, Dios le permite ir advirtiéndole que de su boca solo saldrán las palabras que él mismo, Dios, le indicará.
Después de varios episodios más que interesantes, cuando Bilam caminó montado en su burro, a un lugar elevado desde donde ve al pueblo de Israel, se suponía que desde allí debía maldecir a pueblo.
Y de una manera muy extraña, o no, en lugar de maldecir las palabras pronuncia el famoso verso:
«¡Qué hermosas son tus tiendas, oh, Iaacob, y tus moradas, oh Israel!»
Dejando a un lado las posibles explicaciones, me gustaría volver a las palabras de Bilam. Porque parecería ser una repetición.
Creo que de estas palabras podemos aprender algo más sobre el concepto de bendición. Debido a que la tienda y la casa no son lo mismo, aunque Iaacob e Israel son la misma persona, tienen características diferentes.
Cuando Bilam ve las tiendas, ve el espacio físico, el material del campamento del pueblo de Israel, y conecta el lugar de vivienda a Iaacov, ese personaje vinculado a los objetos, al material.
El que luchó por su primogenitura, aunque con pocos métodos transparentes. El que consigue a su amante al intercambiarla por años de trabajo.
Iaacov es sinónimo de una vida que se mide en metros cuadrados, en cantidades, en estructuras fijas. La casa, el sustento, el trabajo, la buena ambición, el espacio físico que delimita y protege al mismo tiempo.
Pero no es suficiente. La casa no es el hogar. Y la tienda no es la residencia.
Esto tiene que ver con otros materiales. Materiales de la dimensión del espíritu, una construcción que viene desde el alma.
Y para esto, Bilam ve que el campamento no es solo lo que se ve en la construcción y los espacios. Es algo más que simples viviendas. Las casas que son verdaderos hogares. Las tiendas que crean viviendas. Lugares para ser y crecer, que se sustentan en valores como el amor, el respeto, el cuidado.
Cuán maravillosas son tus tiendas y tus moradas, pueblo de Israel. Esta fue la bendición y así es como empezamos nuestra Tefila. La materia y el espíritu, el espacio y la esencia, los objetos y los sentidos, harán de nuestras vidas y de cada uno de nuestros días, una verdadera bendición.
¡Shabat Shalom uMevoraj!
Rabino Iehuda Gitelman
Profesor en el Seminario Rabínico Latinoamericano