Nuestro Sabios enseñaron en Shmot Rabá 45:6, que una vez que Moshe hubo recibido el perdón Divino por la transgresión del becerro de oro, Dios le regaló, por decirlo de alguna manera, una visita guiada por los Cielos. Aparentemente el objetivo del Creador según el Midrash era explicarle profundamente el concepto de “recompensa y castigo”. Para esto, Dios, le revela a Moshe la recompensa que les aguarda a los justos en el Mundo Venidero. Moshe se muestra muy interesado e indaga acerca de cada Tesoro que Hakadosh Baruj Hu, le muestra: “¿Para quién es esto?” Y Dios respondió:”Esto es para quien da caridad…aquello es para quien adopta huérfanos…”. De repente Moshe se  ve sorprendido al advertir un tesoro enorme. Y preguntó: ¿Para quién es este tesoro?” A lo que Dios responde: “A los que son merecedores, Yo los recompenso con un tesoro acorde a sus actos. Pero a los que no poseen méritos, Yo los recompenso con este “Tesoro de Dones Inmerecidos” Porque “mostraré gracia a quien elija agraciar y seré misericordioso con quien elija serlo”

Este Midrash, por un lado nos brinda la esperanza de ser recompensados aunque no tengamos méritos. Por otro lado, es injusto que quien no se lo merezca, tenga también su recompensa. Parecería afirmar la cita talmúdica, que en lo personal nunca fue de mi agrado, que dice: “Todo Israel tiene una parte en el mundo Venidero” (Sanedrín 90a).

En Likutei Halajot, Hiljot Mataná (4:7)  Rav Noson, por medio de una analogía nos explica que  este “Tesoro de Dones Inmerecidos” no se refiere a la recompensa en el mundo venidero, sino que en realidad, todos los buenos actos que realizamos, es porque Dios nos dotó de una serie de dones preliminares que nos capacitan para poder hacerlos. Y el primero de ellos, simplemente es la vida misma. No hemos hecho nada para merecerla, es un regalo que Dios nos brinda en su infinita misericordia y es verdaderamente un tesoro enorme.

En la porción semanal de Tora, Parasha Ki Tetze (cuando salgas) aprendemos que:”Cuando encuentres por el camino algún nido de ave en cualquier árbol, o sobre la tierra, con pollos o huevos, y la madre echada sobre los pollos o sobre los huevos, no tomarás la madre con los hijos. Sin falta dejarás ir a la madre, mas a los hijos los puedes tomar para ti, para que te vaya bien y prolongues tus días.” (Deuteronomio 22: 6-7). Es interesante que la recompensa por observar este precepto es que será bueno para nosotros y se prolongarán nuestros días. Pero aun es más llamativo que esta misma recompensa la  percibimos por respetar a nuestros padres como esta dicho: Honra a tu padre y a tu madre, como Adonai tu Dios te ha mandado, para que sean prolongados tus días, y para que te vaya bien sobre la tierra que Adonai tu Dios te da. (Deuteronomio 5:16).

Dios, en su gran amor, dota de vida a sus criaturas y a su vez, también les ha otorgado el don de procrear. Respetar a un progenitor, ya sea animal o humano, es respetar la vida, es respetar a Dios, es agradecer el enorme Tesoro de Dones Inmerecidos, que es la vida. Y por eso, la recompensa por honrar la vida, es la vida misma. Santifiquemos cada día de nuestras vidas, haciéndolo significativo y trascendente. Hagámonos dignos de este Tesoro Inmerecido.

Jazan Federico Surijon
Estudiante
Instituto A. J. Heschel