Grandes textos sobre la Independencia de Israel
Grandes textos sobre la Independencia de Israel
ERETZ ISRAEL ha sido la cuna del pueblo judío. Aquí se forjó su identidad espiritual, religiosa y nacional. Aquí logró por primera vez su soberanía, creando valores culturales de significado nacional y universal, y legó al mundo el eterno Libro de los Libros. Luego de haber sido exiliado por la fuerza de su tierra, el pueblo le guardó fidelidad durante toda su dispersión y jamás cesó de orar y esperar su retorno a ella para la restauración de su libertad política. Impulsados por este histórico y tradicional vínculo, los judíos procuraron en cada generación restablecerse en su patria ancestral. En los últimos decenios retornaron en masa. Pioneros, inmigrantes y combatientes hicieron florecer el desierto, revivieron el idioma hebreo, construyeron ciudades y pueblos, y crearon una sociedad pujante, poseedora de una economía y cultura propias, amante de la paz, pero capaz de defenderse a sí misma, portadora de las bendiciones del progreso para todos los habitantes del país, que aspira a la independencia y a la soberanía.
En el año de 5657 (1897), respondiendo al llamado del padre espiritual del estado judío, Teodoro Herzl, se congregó el Primer Congreso Sionista que proclamó el derecho del pueblo judío a la restauración nacional en su propio país. Este derecho fue reconocido en la Declaración Balfour del 2 de noviembre de 1917 y reafirmado en el mandato de la Liga de las Naciones, que dió explícito vigor internacional al histórico vínculo entre el pueblo judío y Eretz Israel y al derecho del pueblo judío de reconstruir su Hogar Nacional.
La catástrofe que recientemente azotó al pueblo judío – la masacre de millones de judíos en Europa – fue otra clara demostración de la urgencia por resolver el problema de su falta de hogar, restableciendo en Eretz Israel el Estado judío, que habrá de abrir las puertas de la patria de par en par a todo judío y conferirle al pueblo judío el status de miembro con igualdad de derechos en la familia de las naciones.
Sobrevivientes del holocausto nazi en Europa, como también judíos de otras partes del mundo, continuaron inmigrando a Eretz Israel superando dificultades, restricciones y peligros, y nunca cesaron de exigir su derecho a una vida de dignidad, de libertad y de trabajo en su patria nacional.
Durante la Segunda Guerra Mundial, la comunidad judía de este país contribuyó con todas sus energías en la lucha de las naciones amantes de la libertad y la paz en contra de la iniquidad nazi, y por la sangre derramada por sus soldados y el esfuerzo bélico desplegado, le valieron el derecho de contarse entre los pueblos que fundaron las Naciones Unidas.
El 29 de noviembre de 1947, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó una resolución que disponía el establecimiento de un Estado Judío en Eretz Israel. La Asamblea General requirió de los habitantes de Eretz Israel que tomaran en sus manos todas las medidas necesarias para la implementación de dicha resolución. Este reconocimiento por parte de las Naciones Unidas sobre el derecho del pueblo judío a establecer su propio estado es irrevocable. Este derecho es el derecho natural del pueblo judío de ser dueño de su propio destino, como todas las otras naciones, en un Estado soberano propio.
POR CONSIGUIENTE NOSOTROS, MIEMBROS DEL CONSEJO DEL PUEBLO, REPRESENTANTES DE LA COMUNIDAD JUDIA DE ERETZ ISRAEL Y DEL MOVIMIENTO SIONISTA, ESTAMOS REUNIDOS AQUI EN EL DIA DE LA TERMINACION DEL MANDATO BRITANICO SOBRE ERETZ ISRAEL Y, EN VIRTUD DE NUESTRO DERECHO NATURAL E HISTORICO Y BASADOS EN LA RESOLUCION DE LA ASAMBLEA GENERAL DE LAS NACIONES UNIDAS. PROCLAMAMOS EL ESTABLECIMIENTO DE UN ESTADO JUDIO EN ERETZ ISRAEL. OUE SERA CONOCIDO COMO EL ESTADO DE ISRAEL.
DECLARAMOS que, desde el momento en que termina el Mandato, esta noche, víspera de Shabat, el 5 de lyar, 5708 (14 de Mayo, I948) y hasta el establecimiento de las autoridades electas y permanentes del Estado, de acuerdo con la constitución que habrá de ser adoptada por la Asamblea Constituyente a ser elegida, a más tardar el I0 de octubre de 1948, el Consejo del Pueblo actuará en calidad de Consejo Provisional del Estado y su brazo ejecutivo, la Administración del Pueblo, será el Gobierno Provisional del Estado Judío, que se llamará «Israel».
EL ESTADO DE ISRAEL permanecerá abierto a la inmigración judía y el crisol de las diásporas; promoverá el desarrollo del país para el beneficio de todos sus habitantes; estará basado en los principios de libertad, justicia y paz, a la luz de las enseñanzas de los profetas de Israel; asegurará la completa igualdad de derechos políticos y sociales a todos sus habitantes sin diferencia de credo, raza o sexo; garantizará libertad de culto, conciencia, idioma, educación y cultura; salvaguardará los lugares santos de todas las religiones; y será fiel a los principios de la Carta de las Naciones Unidas.
EL ESTADO DE ISRAEL está dispuesto a cooperar con las agencias y representantes de las Naciones Unidas en la implementación de la resolución de la Asamblea General del 29 de noviembre de 1947, y tomará las medidas necesarias para lograr la unión económica de toda Eretz Israel.
APELAMOS a las Naciones Unidas para que asistan al pueblo judío en la construcción de su Estado y a admitir al Estado de Israel en la familia de las naciones.
EXHORTAMOS – aún en medio de la agresión sangrienta que es lanzada en contra nuestra desde hace meses – a los habitantes árabes del Estado de Israel a mantener la paz y participar en la construcción del Estado sobre la base de plenos derechos civiles y de una representación adecuada en todas sus instituciones provisionales y permanentes.
EXTENDEMOS – nuestra mano a todos los Estados vecinos y a sus pueblos en una oferta de paz y buena vecindad, y los exhortamos a establecer vínculos de cooperación y ayuda mutua con el pueblo judío soberano asentado en su tierra. El Estado de Israel está dispuesto a realizar su parte en el esfuerzo común por el progreso de todo el Medio Oriente.
HACEMOS un llamado a todo el pueblo judío en la diáspora para que se congregue en torno de los judíos de Eretz Israel y lo secunde en las tareas de inmigración y construcción, y estén juntos en la gran lucha por la materialización
del sueño milenario – la redención de Israel.
PONIENDO NUESTRA FE EN EL TODOPODEROSO, COLOCAMOS NUESTRAS FIRMAS A ESTA PROCLAMACIÓN EN ESTA SESIÓN DEL CONSEJO PROVISIONAL DEL ESTADO, SOBRE EL SUELO DE LA PATRIA, EN LA CIUDAD DE TEL AVIV. EN ESTA VÍSPERA DE SÁBADO, EL QUINTO DÍA DE IYAR DE 5708 (14 DE MAYO DE 1948).
Himno Nacional del Estado de Israel
Hebreo:
כֹּל עוֹד בַּלֵּבָב פְּנִימָה
נֶפֶשׁ יְהוּדִי הוֹמִיָּה,
וּלְפַאֲתֵי מִזְרָח קָדִימָה,
עַיִן לְצִיּוֹן צוֹפִיָּה;
עוֹד לֹא אָבְדָה תִּקְוָתֵנוּ,
הַתִּקְוָה בַּת שְׁנוֹת אַלְפַּיִם,
לִהְיוֹת עַם חָפְשִׁי בְּאַרְצֵנוּ,
אֶרֶץ צִיּוֹן וִירוּשָׁלַיִם.
לִהְיוֹת עַם חָפְשִׁי בְּאַרְצֵנוּ,
אֶרֶץ צִיּוֹן וִירוּשָׁלַיִם.
Fonética:
Kol od balevav penima
Nefesh iehudi homia
Ulfaatei mizraj kadima
Ain LeTzion tzofia
Od lo avda tikvatenu
Hatikva bat shnot alpaim
Liot am jofshi beartzenu
Eretz Tzion Virushalaim
Castellano:
Mientras dentro del corazón
Palpita un alma judía
Y en dirección a Oriente
La mirada se encamine a Sión
No se ha perdido nuestra esperanza,
La esperanza de dos mil años
De ser un pueblo libre en nuestra tierra
La tierra de Sión y Jerusalén
“Si lo querés, no será una leyenda”, Theodor Herzl
«En Israel, si no crees en los milagros no eres realista», David Ben Gurión
«Cada pueblo tiene tanto cielo sobre su cabeza como tierra tiene bajo sus pies”, Jaim Najman Bialik
«Tengo el corazón en Oriente mientras que yo habito en Occidente…”, Yehuda Halevi
“Siempre hemos dicho que en nuestra guerra con los árabes contábamos con un arma secreta: el no tener alternativa», Golda Meir.
“Si querés hacer la paz, no hablas con tus amigos. Hablas con tus enemigos”, Moshé Dayán
“Las acciones de todas las personas fueron alguna vez un sueño», Theodor Herzl
«Nadie es lo bastante fuerte o lo bastante rico para transportar a un pueblo de una residencia a otra. Esto puede hacerlo solamente una idea. Los judíos que lo quieran tendrán su Estado. Al fin hemos de vivir como hombres libres en nuestro propio suelo y hemos de morir tranquilamente en nuestra patria. El mundo se liberta con nuestra libertad, se enriquece con nuestra riqueza y se engrandece con nuestra grandeza. Y lo que ensayemos allí sólo en beneficio nuestro, obrará poderosa y dichosamente en provecho de todos los hombres… Depende, pues, de los mismos judíos el que este proyecto de Estado no sea nada más que una novela. Los judíos que lo quieran tendrán su Estado y lo merecerán», Theodor Herzl.
A una edad en que la mayoría de los jóvenes se esfuerzan por descubrir los secretos de las matemáticas y los misterios de la Biblia; a una edad en que florece el primer amor; a la tierna edad de dieciséis años, me entregaron un rifle para mi defensa. Ese no era mi sueño. Yo quería ser ingeniero hidráulico… Sin embargo, me vi obligado a recurrir a las armas. Serví en el ejército varias décadas. Bajo mi responsabilidad estaban hombres y mujeres jóvenes que querían vivir, que querían amar, y en cambio abrazaron la muerte. Ellos cayeron en defensa de nuestras vidas. Hay cientos de cementerios en nuestra parte del mundo, en el Medio Oriente – en nuestro hogar, Israel, pero también en Egipto, Siria, Jordania, Líbano. Desde la ventanilla del avión, a miles de pies de altura. las incontables tumbas están en silencio. Pero el sonido de su clamor ha hecho eco desde el Medio Oriente a todo el mundo durante décadas.
Deseo saludarlos a todos – los caídos de todos los países en todas las guerras; los miembros de sus familias, que sobrellevan la perenne carga del duelo; los inválidos, cuyas cicatrices no sanarán nunca. De todas las memorias que he acumulado en mis setenta y dos años de vida, lo que más he de recordar hasta mi último día, son los silencios: el terrible silencio del momento después, y el ominoso silencio del momento antes. Como hombre militar, como comandante, como ministro de defensa, ordené muchas operaciones militares.
Y junto con la alegría de la victoria y el dolor del duelo, siempre recordaré el instante previo a la toma de tales decisiones: el silencio de los altos funcionarios o ministros al levantarse lentamente de sus asientos; la imagen de sus espaldas retrocediendo; el sonido de la puerta al cerrarse; y luego el silencio en el que me quedo solo. Ese es el momento en el que uno se da cuenta de las consecuencias de la decisión recién tomada: han de morir muchos. Gente de mi nación, gente de otras naciones. Y ellos todavía no lo saben.
En ese momento ellos todavía están riendo y llorando; todavía hacen planes y sueñan sobre el amor; todavía sueñan plantar un jardín o construir una casa – y no tienen idea de que esas son sus últimas horas sobre la tierra. ¿Cuál de ellos está destinado a morir? ¿Quién saldrá retratado en un recuadro negro en los periódicos del día siguiente? ¿Qué madre pronto estará de luto? ¿A quién se le derrumbará el mundo bajo el peso de la pérdida? Como ex militar, también recordaré siempre el silencio del momento antes: el silencio de las manecillas del reloj en su carrera hacia el futuro, cuando el tiempo se está acabando y en otra hora, en otro minuto, el infierno hará erupción.
En ese momento de gran tensión, poco antes de que el dedo apriete el gatillo, poco antes de que la mecha comience a arder, en la terrible calma de ese momento, todavía hay tiempo para pensar tan sólo: «¿Es realmente imperante actuar? ¿No hay alternativa?
¿No hay otra salida?»
«Dios se apiada de los niños del jardín de infantes», escribió el poeta Yehuda Amijai.
Durante varias décadas Dios no se ha apiadado de los niños de los jardines de infantes del Medio Oriente, o de los niños en las escuelas, o de sus mayores. No ha habido piedad en el Medio Oriente por varias generaciones. Los líderes de las naciones deben proveer a sus pueblos con condiciones… que les permitan gozar de la vida: libertad de expresión y movimiento; alimento y vivienda; y lo más importante: la vida misma. Un hombre no puede gozar de sus derechos si no está vivo. Y por eso cada país debe proteger y preservar el elemento principal de su ethos nacional: las vidas de sus ciudadanos.
Los cementerios militares en todos los rincones del mundo son un testimonio silente del fracaso de los líderes nacionales en la defensa de la santidad de la vida humana.
La profesión militar implica una paradoja. Mandamos a los mejores y más valientes de nuestros jóvenes al ejército. Los suplimos con equipos que cuestan una fortuna. Los entrenamos rigurosamente para el día
en que deban cumplir con su obligación y esperamos que lo hagan bien. Y sin embargo, rezamos fervientemente para que ese día nunca llegue – que los aviones nunca despeguen, que los tanques no tengan que avanzar, que los soldados nunca lleven a cabo los ataques para los que han sido tan bien entrenados. En el Estado de Israel, de donde vengo yo hoy; en las Fuerzas de Defensa de Israel, en las que he tenido el privilegio de servir, siempre hemos visto la santidad de la vida como un valor supremo. Nunca fuimos a la guerra a menos que la guerra nos fuera impuesta.
No estoy parado solo esta noche, es este pequeño podio en Oslo. Estoy aquí para hablar en nombre de generaciones de israelíes y judíos, de los pastores de Israel – y vosotros sabéis que el rey David fue un pastor; él comenzó a construir Jerusalem hace unos 3.000 años – los arrieros y cuidadores de los sicomoros, como lo fue el profeta Amós; de los rebeldes contra el «establishment», como lo fue el profeta Jeremías; y de los hombres que
surcaron la mar, como el profeta Jonás.
Estoy aquí para hablar en nombre de los poetas y aquellos que soñaron con el fin de la guerra, como el profeta Isaías.
También estoy aquí para hablar en nombre de los hijos del pueblo judío, como Albert Einstein y Baruj Spinoza, como Maimónides, Sigmund Freud y Franz Kafka. Y soy el emisario de millones que murieron en el Holocausto, entre quienes seguramente hubo muchos Einsteins y Freuds Que perdimos y perdió la humanidad, en los hornos crematorios.
Estoy de pie aquí especialmente por las generaciones venideras, para que podamos todos merecer la medalla que vosotros habéis otorgado a mí y a mis colegas hoy.
Donar:
Agradecemos la colaboración de Alejandro Bloch, Mónica Bloch, Evelyn “Ms. Eve” Goldfinger, Gastón Bogomolni, Saúl Borowsky, Ari Burstein, Norman Cohen Falah, Aliza Eskenazi, Pablo Gabe, Leandro Galanternik, Alejandro Giudice, Sebastián Grimberg, Marcela Guralnik, Jonathan Kohan, Fernando Lapiduz, Tomás Münzer, Judith Nowominski, Joaquín Mirkin, Ana Metallino, Giselle Odiz, Claudio Pincus, Patricia Plesel, Claudio Pszemiarower, Eliana Mizrahi, Elías Rosemberg, Jonathan Sacks, Ariel Stofenmacher, Federico Surijón, Meir Szames, Dafna Telezón, Fernanda Tomchinsky, Roberto Volpe, Horacio Sherem, Diego Vovchuk y Ernesto Yattah.
También agradecemos a las siguientes organizaciones: Pincus Centre for Innovation in Education, Rabbinical Assembly, Jewish Theological Seminary, Hartman Institute, Proyecto 929, Comunidad Nueva Bnei Israel, Tali y Hadar Institute.
Con el apoyo de Masorti AmLat y Masorti Olami.