Por el rabino Ernesto Yattah
Vicerrector del Seminario Rabínico Latinoamericano “Marshall T. Meyer”
El Seminario celebra el 10° aniversario del pontificado del Papa Francisco y le expresa sus deseos de que Dios lo continúe bendiciendo, iluminando y guiando con Su espíritu en su trascendente misión en la Iglesia y el mundo entero.
Desde el inicio de su pontificado, con su humildad y abrazo a los más vulnerables y necesitados, él cautivó el corazón de personas de todas las religiones, que reconocieron en él a un líder espiritual con una conciencia universal acorde a los desafíos que toda la humanidad enfrenta en el presente.
Adoptando el nombre de San Francisco de Asís, Francisco, el primer jesuita en ser nombrado Papa, signó la renovación de la vocación de servicio a los pobres a la que la Iglesia bajo su pontificado debía comprometerse. Aquellos que lo conocían de antes pudieron dar testimonio personal que esa vocación, en su caso, precedió a su nombramiento como Papa.
Francisco también se destacó, ya temprano en su pontificado, por un gran compromiso con el medio ambiente, enunciado lúcidamente en su encíclica papal Laudato si.
En estos primeros diez años desplegó una forma de liderazgo que integra una apreciación profunda del mensaje tradicional religioso con la necesidad de cambio y una respuesta relevante por parte de la Iglesia a los nuevos desafíos del presente.
También, en los albores de su tarea papal, durante su viaje a Brasil, apeló a la juventud a involucrarse en la transformación positiva del mundo. «Hagan lío,» los instó, indicando con esa frase magistral la necesidad de cuestionar las estructuras institucionales imperantes en todos los ámbitos del quehacer humano a través de las cuales se anquilosa la desigualdad y la injusticia social.
Adicionalmente, su intensa labor en defensa y a favor de los migrantes y refugiados del mundo quedó plasmada en una conmovedora escultura, llamada «Angels unaware» que está enclavada en la Plaza San Pedro y la cual fue creada por el escultor canadiense Timothy Schmalz.
Fiel a su larga trayectoria de compromiso con el diálogo interreligioso, Francisco hizo de éste otro de los ejes centrales de su pontificado.
En lo concerniente al diálogo con el pueblo judío, sus vínculos de amistad con la comunidad judía de Buenos Aires en general y con el Seminario Rabínico Latinoamericano en particular, fueron marcas distintivas del arzobispado del entonces Cardenal Bergoglio y, una vez elegido Papa, extendió ese compromiso con otras comunidades judías del mundo.
La expresión más acabada de su pasión por el diálogo con todas las comunidades de fe del mundo entero fue su encíclica Fratelli Tutti, en la cual llama a la hermandad de toda la humanidad. La dignidad de todo ser humano, creado a imagen y semejanza divina, más allá de su color de piel, sus convicciones religiosas o su identidad de género, es el fundamento de esa enseñanza.
Finalmente, cabe destacar el compromiso de Francisco con la paz en el mundo. Ya en el año 2014, su peregrinaje a Israel, acompañado por el rector emérito de nuestra casa de estudios, el rabino Abraham Skorka y la imagen del abrazo de los dos, junto con el Sheikh Omar Abboud, frente al Muro de los Lamentos en Jerusalén, fue el primer símbolo de ese esfuerzo, en ese caso por la paz en Medio Oriente y la hermandad de las tres religiones abrahámicas. Y, últimamente, hemos sido testigos de la dedicación y desvelos permanentes de Francisco en aras de promover la paz entre Ucrania y Rusia.